Presta atención a tu respiración, esa observación silenciosa, te traerá al momento presente.
La mente suele controlar al cuerpo, pero cuando observas tu proceso respiratorio, los pensamientos de la mente comienzan a aquietarse, los espacios de silencios entre un pensamiento y otro, comienzan a alargarse.
No es que la mente pierda poder, no es que tu cambies nada, simplemente la mente se va calmando, tranquilizando y esa tranquilidad la va transmitiendo al cuerpo.
De esta misma observación, en la quietud de cuerpo y mente, es imposible que se gesten emociones de baja vibración, pues tu naturaleza es “estar en paz”, sin nada que temer, ni nada de qué preocuparse.
Lleva las manos a tu corazón, mientras que visualizas un punto de luz en lo más profundo de él, observa como esa luz crece en tu pecho y desde allí se expande por todo el interior de tu cuerpo.
Procura que tu hogar, sea un lugar tranquilo, encender una vela y un incienso con la intención de luz y paz, para ti y para el mundo, te ayudará a lograrlo.
Cuando sientas que tus juicios y/o creencias, te alborotan, te apegan a algo o a algunos, mientras que te alejan del resto, visualiza un Fuego, un fuego purificador y transmutador.
Si te sientes bloqueada, acorralada, estancada, visualiza espacios de Aguas cristalinas y brillantes, observa la libertad de las aguas en el fluir, sin ningún tipo de apegos…
Cuando sientas que tal vez nada tiene sentido, que tus fuerzas decrezcan, háblale a la Tierra, visualiza su corazón energético y siente como toda su fuerza llega a ti.
Cuando sientas dudas, miedos, nerviosismo, entra en contacto con la naturaleza, visualiza espacios de bosques, prados, playas, montañas y sentirás la luminosidad y sabiduría que emana de su esencia.
Namasté
Diana Bonetti
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